La Piñata

Se dice que las piñatas vienen de China. Durante el Año Nuevo se hacían imágenes de vacas o bueyes que se rellenaban con semillas. Si la persona encargada de romperla tenía éxito, habría buena cosecha y las personas guardarían las semillas durante todo el año como amuleto de la buena suerte.
Yo conocí las piñatas desde que era niña durante la época de las posadas. Me acuerdo que en mi casa se compraba la piñata, se rellenaba de fruta de temporada  (naranja piñatera, limas, jícamas) y dulces. Después la colgaban de un «mecate» y dos hombres de la familia se subían a algún sitio de altura llevando cada uno de ellos un extremo de la cuerda para mover la piñata y hacer que fuera más difícil atinarle. Nos formaban después por edad y estatura. Los más pequeños iban primero. Cuando te tocaba a ti, te vendaban los ojos, te daban un palo y te daban muchas vueltas para desorientarte.
Según la tradición, la piñata en forma de estrella con siete picos, representaba al diablo y a los siete pecados capitales. El niño con los ojos vendados y el palo representan la fé inquebrantable. Las vueltas que te dan antes de que puedas pegarle a la piñata representan la desorientación de las tentaciones.
Me acuerdo de la sensación de la pañoleta que me cubría los ojos y cómo me hacía aguzar los sentidos. Sabía que mis sin ver y con mis tíos tirando de la cuerda era casi imposible asestarle un golpe a la piñata. Todos los que estaban alrededor cantaban la tradicional canción:
Dale, dale, dale,
No pierdas el tino,
Porque si lo pierdes,
Pierdes el camino.
También sabía que mi turno iba a durar lo que durara la canción, así que hacía mi mejor esfuerzo por concentrarme, por escuchar, por percibir lo que pasaba a mi alrededor y así lanzaba un golpe, y otro y otro. Finalmente daba con la piñata. Lo intentaba otra vez, con perseverancia. Sabía que si no lograba romperla, por lo menos conseguiría fracturarla o arrancarle un pico, que después era muy útil para guardar la fruta y los caramelos que caían cuando alguien rompía la piñata.
Creo que la mejor enseñanza de estas fiestas y de mi querida piñata, es precisamente la idea de concentrarse en el objetivo y perseverar; de saber que a pesar de las circunstancias adversas, la perseverancia y la tenacidad nos llevarían a conseguir lo que queríamos.
Les deseo un fin de año rodeados de seres queridos y un 2014 en el que domine la tenacidad (para añadirse un «retour», para añadirse un idioma, para conseguir 150 días de trabajo, para sacarse un diploma de máster o para acabar el manual de Competent Comunicator de Toastmasters)  sobre las circunstancias.
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